A lo largo de nuestras carreras, nos enseñan a seguir las normas. Nos acostumbramos a seguir las opiniones y comportamientos de los demás, o la información que apoya nuestros puntos de vista. Esta presión aumenta a medida que subimos la escalera corporativa. Francesca Gino, profesora de la Escuela de Empresas de Harvard, explica que hay tres razones por las cuales el conformismo es tan prevalente en el mundo empresarial:
Nos atenemos a la presión social. Temprano en nuestras vidas, aprendemos que seguir las reglas sociales de qué decir, cómo actuar y cómo vestirnos produce resultados tangibles. Cuando seguimos las reglas, somos aceptados y nos sentimos parte de la mayoría.
Nos sentimos cómodos con el status quo. Muchas tradiciones perduran por la rutina, porque siempre se ha hecho así, y ya no son el resultado de acciones pensadas. Los psicólogos llaman a esto el sesgo del status quo. Lo curioso es que este sesgo puede conducir al aburrimiento, que a su vez alimenta la complacencia y el estancamiento.
Interpretamos la información de una manera egoísta. Tendemos a priorizar la información que apoya nuestras creencias actuales e ignoramos aquella información que las reta. Para complicar más las cosas, tendemos a ver la información inesperada o desagradable como una amenaza y la rechazamos. Los psicólogos llaman a este fenómeno escepticismo motivado.
El problema es que el seguir las reglas no nos conduce a la innovación ni a la diferenciación que muchas empresas necesitan en estos tiempos. Para promover el inconformismo productivo, la experta sugiere lo siguiente:
Dé a los empleados la oportunidad de ser ellos mismos. Ya sea en los adiestramientos iniciales o al comenzar el año, estimúlelos a pensar qué los hace únicos y cómo pueden aplicar su autenticidad a sus trabajos. Puede comunicarles lo que se espera que logren, sin restringir cómo hacerlo. Permítales autonomía para resolver problemas y definir su misión en el trabajo.
Estimule a sus empleados a mostrar sus fortalezas.Ofrezca a los empleados la oportunidad de definir sus fortalezas. Luego, ajuste los trabajos a esas fortalezas o deles la libertad para que escojan ciertas responsabilidades dentro del rol que se les ha asignado.
Cuestione el status quo y estimule a los empleados para que hagan lo mismo.Pregunte “¿Por qué?” y “¿Qué pasaría si”? Los líderes que cuestionan el status quo fortalecen el compromiso de los empleados y generan ideas nuevas que rejuvenecen el negocio. Si entienden que ni las empresas ni los humanos son perfectos, se sentirán en libertad para experimentar el inconformismo productivo.
Cree experiencias estimulantes para los empleados, ya sea aumentando la variedad de tareas, inyectando continuamente novedad al trabajo, identificando oportunidades de aprendizaje y crecimiento, y dándoles responsabilidad.
Fomente perspectivas más amplias. Algunas compañías lo hacen rotando al personal para que desempeñe diferentes trabajos, mientras que otras enfatizan el reclutamiento de personas de diversos trasfondos culturales.